Detectan una gran cantidad de materia desconocida
Los científicos saben, desde que Edwin Hubble calculó en 1929 la constante que lleva su nombre, que el Universo se expande. Y que la velocidad a la que sucede depende en gran medida de la cantidad de materia que el Universo contiene. A más materia, más gravedad, es decir, más atracción, y por lo tanto menos expansión. Es como lanzar una piedra al aire. Cuanto más pesada sea (es decir, cuanta más materia tenga), más rápidamente caerá al suelo en relación a otra piedra más pequeña y que haya sido lanzada con la misma fuerza. La gravedad juega un papel determinante en el destino final de la piedra.
Y también en el del Universo. Por eso, desde hace décadas, los astrónomos se afanan en la ingente tarea de calcular con la mayor exactitud posible cuánta materia contiene. Un poco menos de la «masa crítica» calculada por los científicos significaría un Universo en eterna expansión, con su materia visible cada vez más separada y fría. Una muerte lenta y gélida.
Materia Oscura
Un poco más de materia podría significar un «frenazo» en la velocidad de expansión, una ralentización que, en teoría, podría llegar incluso a detener la expansión actual e iniciar una fase de contracción, con las galaxias acercándose entre sí en lugar de alejarse, y con curiosos efectos sobre el espacio y el tiempo…
En sus varias décadas de búsqueda, los astrónomos no han dejado de encontrarse con sorpresas. Primero, que la materia «visible», esa que forma las estrellas y los planetas, no es más que una pequeña porción (entre una quinta y una sexta parte) de la masa total que se cree debe tener el Universo. Es decir, que casi toda la materia que existe no es de la que estamos hechos nosotros, sino de otra clase, desconocida, que unos llaman «no ordinaria» y otros «oscura» o «exótica».
La cosa se agrava aún más cuando nos dimos cuenta de que, además de no ser capaces de encontrar la materia «oscura», tampoco lo somos de localizar la mayor parte de la materia «ordinaria». De hecho, nuestros instrumentos de observación más poderosos apenas si han sido capaces de dar cuenta del 25% de la que los cálculos dicen que existe. Es decir, sólo vemos una cuarta parte de la quinta (o sexta) parte del total…
Ahora, un equipo de astrónomos del Instituto de Astrofísica de Canarias, dirigido por el investigador del CSIC Rafael Rebolo, acaba de añadir una jugosa ración de materia ordinaria (esencialmente protones y neutrones) a la que podemos ver al localizar, en el supercúmulo de Corona Borealis, una gran cantidad de plasma. Los resultados de este importante trabajo han sido ya publicados por la revista de la Royal Astronomical Society.
La materia que falta
«Hemos apuntado nuestros instrumentos -explica Rafael Rebolo a ABC- hacia el supercúnulo de Corona Borealis, un enjambre galáctico que al menos tiene seis o siete cúmulos identificados, cada uno de ellos formado a su vez por varios miles de galaxias. Y hemos detectado el plasma fuera de los cúmulos, en la llamada región «supracumular», esto es, el «vacío» que separan los cúmulos dentro de un supercúmulo». Según Rebolo, «la cantidad de materia detectada es enorme, incluso comparable a la que hay en las decenas de miles de galaxias del supercúmulo. Y si esta concentración de materia sucede también en otros lugares, esta clase de plasma podría dar cuenta de toda la materia ordinaria que queda por detectar en el Universo».
El plasma detectado estaría entre 100.000 y un millón de grados de temperatura y es capaz, para Rebolo, «de dejar una huella detectable por los satélites de rayos X de la ESA. Ahora pediremos que nos dejen usarlos para ello». El plasma estaría ahora en el proceso de condensarse en nuevas galaxias. «Estamos -concluye el investigador- en un Universo aún vivo».
Autor: José Manuel Nieves
Fuente: ABC tecnologia