Parece que el tópico se convierte en realidad, y es que morir de amor y tiene su correspondiente estudio científico. Esta vez han sido unos investigadores de la Universidad de Glasgow, Escocia, los que aseguran que el corazón destrozado por la pérdida de la persona amada puede conducir a la muerte. El estudio se ha publicado en la revista Journal of Epidemiology and Community Health.
Los datos se recopilaron de unos cuatro mil matrimonios de entre 45 y 64 años de edad entre la década del ’70 y 2004. En muchos casos, la pérdida de un ser querido agrava alguna dolencia previamente adquirida por la otra parte de la pareja, causando en algunos casos su fallecimiento.
El estudio determina que los primeros 6 meses son críticos, siendo crucial el cómo se lleva el duelo más que el dolor de la pérdida. En esta primera fase se puede producir la muerte del viudo o viuda por diferentes causas, mientras que en los cinco años subsiguientes existe un alto índice de fallecer por problemas cardiovasculares.
Posiblemente, una de las razones por las cuales se da este fenómeno es que la gente que pierde a sus parejas a menudo adquiere malos hábitos, como empezar a fumar, beber para sobrellevarlo mejor, alimentarse peor etc…
Fuente: Impulso Baires
Sorprendente esta noticia que he visto leyendo La Flecha, en la que comentan que un reciente estudio realizado en restaurantes de comida rápida demuestra que el hielo de las bebidas tiene más bacterias que el agua de un retrete, para pensárselo dos veces.
Para llegar a esta conclusión se analizaron los cubitos de hielo de 49 restaurantes informales y locales de comidas rápidas, demostrando que en uno de cada cinco, las muestras contenían altos niveles de bacterias, principalmente escherichia coli, una bacteria que se encuentra en los intestinos y en las heces fecales y que puede provocar infecciones intestinales severas.
Además, el equipo de investigadores comparó las muestras de hielo con el agua tomada de un retrete de los baños del periódico que los había contratado para esta experiencia (el Chicago Sun-Times), resultando ser «más limpia» que los hielos de veintiuno de los bares y restaurantes.
Me gustaría que este estudio se realizase también en restaurante de «comida no-rápida», pero de momento, otra buena razón para cuestionarse la alimentación de estos servicios rápidos.
Fuente: La Flecha
La revista Proceedings of the National Academy of Sciences ha publicado un estudio que sugiere que las diferencias entre los seres humanos se han acelerado y son cada vez más marcadas entre las personas que viven en continentes diferentes, contraponiendose a la vieja teoría de que la evolución se ha frenado o detenido totalmente en el hombre.
Realizaron esta investgación utilizando una nueva tecnología genómica que monitorizó el ritmo de ese cambio sugiriendo que se ha acelerado muchísimo en los últimos 40.000 años, especialmente desde el fin de la última glaciación, hace unos 10.000 años.
No somos las mismas personas de hace 1.000 ó 2.000 años, por ejemplo si comparamos a los vikingos y a sus descendientes suecos. Las razas humanas evolucionan y se diferencian entre sí. No nos estamos mezclando y convirtiendo en una sola raza, aseguran los investigadores.
Sugieren que este fenómeno ocurre porque los seres humanos surgieron en África y se dispersaron hacia otras regiones hace 40.000 años y, desde entonces, no ha habido un flujo de genes entre las diferentes regiones.
Aunque los científicos señalan que más del 99 por ciento del genoma del hombre es igual en todos los seres humanos, el proyecto ha clasificado las diferencias individuales en el ADN llamadas «polimorfismos nucleóticos». El proyecto ya ha identificado alrededor de cuatro de los 10 millones de polimorfismos de ese genoma.
Genéticamente, somos mucho más diferentes de los seres humanos de hace 5.000 años que lo que éstos eran de los neandertales, aseguran los científicos.
Fuente: EFE