Parece que esta vez el logro es muy importante, un nuevo producto para hacer frente a la malaria que según sus desarrolladores es eficaz, fácil de tomar, barato y adaptado a los niños. Gracias al acuerdo entre la farmacéutica Sanofi Aventis y la Iniciativa de Fármacos para las Enfermedades Olvidadas (DNDi) el fármaco ya está en el mercado y aseguran que salvará muchas vidas.
ASAQ, que así se llama la medicina, combina en una sola pastilla un derivado de la artemisina (AS), una planta tradicional china, con la amodiaquina (AQ), un viejo medicamento que se utiliza en muchas áreas afectadas por la enfermedad. Esta combinación es una de las recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El producto se dirige sobre todo a África, donde la picadura del mosquito que causa la malaria provoca la muerte de un niño cada 30 segundos.
Para que todo el mundo pueda acceder a esta pastilla, en una decisión insólita la farmacéutica ha optado por prescindir de las patentes, lo que abre la puerta a las compañías de genéricos para que fabriquen sus propias versiones.
Además, Sanofi venderá el fármaco a un precio muy reducido: un dólar para los adultos, que deben tomar dos píldoras diarias a lo largo de tres días, y 0,50 dólares para los niños menores de cinco años, que necesitan sólo una pastilla. Este precio se aplicará a las organizaciones públicas, instituciones internacionales, ONG y programas que promueven el acceso a los medicamentos en los países donde la malaria es endémica. Sin embargo, para el sector privado la compañía comercializará el fármaco bajo otro nombre, Coarsucam, y a un precio un poco más elevado: tres o cuatro dólares.
Sin duda, una gran noticia.
Fuente: El Mundo Salud
Según Michael Ryan (en la imagen con el fósil, AP), hace 78 millones de años, un dinosaurio herbívoro de una tonelada de peso desconocido hasta ahora, se paseaba por el suroeste de Canadá exhibiendo unos cuernos gruesos curvados hacia delante que le servían para defenderse o como señuelo sexual.
Tras estudiar a conciencia el fósil de unos 6 metros de largo, concluyó que se trataba de una nueva especie y un nuevo género, como explica en un artículo en el último número de la revista Journal of Paleontology. Lo ha bautizado como Albertaceratops nesmoi.
«Mi equipo de investigación se quedó anonadado cuando descubrimos el cráneo y vimos esos cuernos largos encima de las cejas», dijo Ryan en un comunicado divulgado por el Museo de Historia Natural de Cleveland, donde está actualmente al cargo del departamento de paleontología vertebrada.
El dinosaurio pertenece a la subfamilia de los centraurinae, cuyos miembros tenían cuernos muy pequeños sobre sus ojos y un cuerno largo sobre la nariz. En cambio, los cuernos sobre las cejas del Albertaceratops nesmoi son más parecidos a los de los dinosaurios de la subfamilia Chasmosaurine, que incluye al Triceratops y al Torosaurus.
«Supimos que teníamos algo especial que nunca se había visto», relató Ryan. El científico cree que ‘Albertaceratops nesmoi’ es el miembro más antiguo de los ‘centraurinae’, y que vivió antes de que esa subfamilia se separara del grupo en el que evolucionó el Triceratops, que apareció diez millones de años después.
El espécimen se encuentra actualmente en el Museo Royal Tyrrell, en Drumheller (Alberta).
Fuente: EFE
Una expedición británica ha partido hacia un misterioso y enorme agujero en el fondo del Océano Atlántico, a bordo del barco RRS James Cook (en la imagen), diseñado para exploración oceánica.
Este misterioso agujero, bautizado como «una ventana hacia la Tierra», fue descubierto hace cinco años en el lecho del océano Atlántico, 3.000 metros bajo la superficie, desapareciendo varios miles de kilómetros cuadrados de la corteza terrestre y dejando expuesto el manto, una de las capas internas de la Tierra. El agujero está localizado entre las Islas de Cabo Verde y el Caribe, en la llamada cresta mesoatlántica, y pese a no ser el único agujero en la corteza terrestre, los científicos lo han reconocido como uno de los más importantes del planeta.
«Este descubrimiento es como una herida abierta en la superficie de la Tierra», indica el doctor Bramley Murton, del Centro Oceanográfico Nacional de Gran Bretaña, uno de los científicos que participan en la expedición.
Lo que no saben los científicos e intentan descubrir es si en esta zona nunca hubo corteza terrestre o si la hubo alguna vez pero fue destruida por fallas geológicas masivas, para este fin, utilizarán sonares para obtener imágenes del lecho marino y tomarán muestras de rocas usando un taladro robótico marino.
«Todo está conectado en el planeta -afirma el doctor Murton- el lecho marino, la corteza terrestre, el océano, la atmósfera. Y si no entendemos cómo funciona una de estas estructuras, no lograremos entender cómo funciona la Tierra ni cómo funcionan sus recursos, como el petróleo, los minerales, etc.». Los investigadores esperan que la expedición ayude también a entender el proceso y funcionamiento de las placas tectónicas.
Fuente: BBC Ciencia