Estamos a punto de descubrir el primer ADN fósil de la historia

O almenos, eso opina Mary Schweitzer, paleontóloga molecular, investigadora de la Universidad de Carolina del Norte que fue la primera científica en conseguir averiguar el sexo (hembra) de un tiranosaurio de hace 68 millones de años.

Mary SchweitzerSu idea, la que la ha llevado desde su laboratorio a los periódicos del mundo entero es, como la mayoría de las que son buenas, sencilla: aplicar a los restos fósiles las mismas, o parecidas técnicas, a las que aplica cualquier biólogo a los tejidos vivos para estudiarlos. Si a esto añadimos el hecho de que, sorprendentemente, existen ciertos tejidos blandos de dinosaurios (vasos sanguíneos, venas o células óseas) que no fosilizan y que siguen siendo «blandos» setenta millones de años después, tenemos todos los elementos necesarios para obtener, por un lado, resultados sorprendentes y, por otro, una nueva disciplina científica que ella misma ha bautizado: paleontología molecular.

En estrecha colaboración con Jack Horner, uno de los más prestigiosos paleontólogos del mundo («él encuentra los dinosaurios y yo los analizo»), Mary Schweitzer ha conseguido demostrar que determinado ejemplar de tiranosaurio hallado por Horner en el desierto de Montana era hembra, cosa hasta ese momento imposible. Actualmente, sigue empeñada en encontrar, en el interior de las células de estos raros tejidos prehistóricos que la buena suerte ha conservado casi intactos, material genético suficiente como para empezar a encontrar las respuestas que faltan.


Mary Schweitzer, que ayer pronunció una conferencia en el Museo de Ciencias de la Caixa, en Madrid, realizó una entrevista en la Residencia de Estudiantes del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

-¿Ha conseguido por fin obtener ADN de tiranosaurio?

-Los estamos buscando todavía. Desde marzo. Desde entonces hemos seguido investigando y confieso que estoy muy excitada con lo que hemos encontrado. Sin embargo, necesitamos repetir las pruebas más veces, tres o cuatro, las que haga falta para estar seguros.

-¿Hay ya resultados concretos?

-Sí, hay muy buenos resultados, y nuestra intención es publicarlos cuanto antes, quizá en febrero o marzo del próximo año. Necesito confirmar los indicios que tengo actualmente y convertirlos en pruebas irrefutables.

-¿Qué es lo que espera encontrar?

-Proteínas, partes de proteínas, moléculas… En los seres vivos, sabemos bien de qué se componen los vasos sanguíneos, que tienen células, proteínas, diferentes partes… Pero tenemos que averiguar si estas partes que vemos en la actualidad eran las mismas hace casi setenta millones de años, y por lo que llevamos estudiado hasta ahora, parece ser que sí.

-Lo que usted hace se ha dado en llamar «paleontología molecular». ¿Qué dificultades plantea esta nueva disciplina científica?

-Muchas. En primer lugar la escasez del material. No resulta fácil hacerse con una cantidad suficiente de tejidos blandos de la época de los dinosaurios. La comunidad científica, además, es de la opinión de que no es posible aislar proteínas de esta época. De hecho, el análisis de tejido de hace doscientos millones de años aparentemente muy bien conservado en ámbar no consiguió aportar ni una sola proteína. Ningún otro científico ha podido verificar algo así hasta ahora.

-¿Entonces, esta sería la primera vez que se consigue?

-Si lo podemos probar, sí, sería la primera vez. Estamos a punto de conseguirlo. Y tenemos mucho material, muchos vasos sanguíneos y muchas células. Y yo espero que estudiando todo esto de forma exhaustiva se produzcan buenos resultados. Las proteínas, además, resisten mejor el paso del tiempo que otras estructuras celulares. Mucho mejor de lo que piensa el resto de la comunidad científica.

-¿Y qué es lo que espera obtener si encuentra ese material genético?

-Quiero, primero, comprender por qué se preservó, cómo pudo resistir tanto tiempo. Quiero estudiar qué tipo de interacciones pudo haber entre el entorno y ese tejido óseo, y averiguar si ha habido, y hasta qué punto, interacciones con el medio ambiente. Quiero comprender cómo funciona ese mecanismo de conservación de los tejidos blandos y cómo se forman los fósiles.

-Imagino que, de paso, ha aprendido algo más sobre dinosaurios…

-En mi laboratorio hemos estudiado restos de hasta quince dinosaurios diferentes para comprender cómo funciona el mecanismo de la conservación de los tejidos blandos. Creemos que estos dinosaurios eran de sangre caliente, como nosotros y no como los reptiles. Eran como las aves actuales, que son sus descendientes. Cuando consigamos ADN de dinosaurio podremos aprender la velocidad con que se producían sus cambios moleculares, y comparar sus tasas de mutación con las de especies vivas, con el ADN de aves y cocodrilos. También podríamos estudiar cómo las moléculas se modifican con el paso del tiempo, cómo cambian y qué modificaciones tienen lugar en ellas. Espero comprender también los vasos sanguíneos.

-¿Eran los mecanismos reproductivos de los dinosaurios como los de las aves actuales?

-Las aves y los dinosaurios están muy relacionados y yo creo que el hecho de que su fisiología reproductiva sea tan parecida es una prueba más de esta relación. En un trabajo anterior descubrí que, igual que hacen las aves actuales, los dinosaurios también extraían calcio de sus huesos para construir las cáscaras de sus huevos.

-¿Por qué se considera que su trabajo puede ser relevante en exobiología, en la búsqueda de vida extraterrestre?

-Porque si, por ejemplo, hubo alguna vez vida en Marte y luego desapareció, las únicas huellas posibles de esa vida serán químicas. Y lo que yo hago es precisamente eso, buscar marcadores químicos en fósiles. Cuando buscamos vida en Marte, estamos buscando esos mismos marcadores. No en fósiles, pero sí en huellas de microbios en la arena, que seguramente tienen una composición química reconocible.

-¿Ha trabajado usted ya con muestras de origen extraterrestre?

-No directamente, pero coopero con el Centro de Astrobiología español para buscar los complejos químicos determinantes de la vida, los elementos comunes que todo organismo vivo tiene, desde los microbios al ser humano. Y creemos que si alguna vez hubo vida en Marte, también tuvo que tener este tipo de moléculas. Esos son los marcadores que estamos buscando. De momento lo hacemos sólo en la Tierra, pero por algún sitio hay que empezar…

-¿Qué es lo próximo que hará?

-De momento me va a llevar tiempo el análisis químico de los tejidos blandos de dinosaurio. Tenemos cuatro tipos diferentes de células que analizamos una a una, en busca de proteínas concretas. Queremos averiguar cuánto material original permanece aún en las células de los dinosaurios.

-¿Si dentro de otros sesenta millones de años se encontrara tejido blando de un ser humano, sería parecido al que usted estudia ahora?

-Posiblemente sí, aunque los huesos humanos, en términos generales, no se conservan tan bien como los de dinosaurio… así que lo mismo no habrá ningún tejido que estudiar.

Fuente: ABC

  • By Elionor, septiembre 2, 2007 @ 2:59 pm

    Al menos no cae en el ridículo de decir que las «aves son dinosaurios» sino que dice que son sus descendientes. Los paleontólogos deberían dejar de hacer el ridículo repitiendo esto y admitir que hay nombres que se aplican a grupos parafiléticos como el de los peces. Para definir el clade que incluye a los dinosaurios y a las aves ya se ha propuesto otros nombres como el de pandinosaurios (Pandinosauria).

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