No todos los cráteres son lo que parecen

Un agujero en una luna o en algún planeta no siempre significa lo que los astrónomos creen. La mayoría de los cráteres de la luna Europa de Júpiter están formados por restos de rocas y hielo que golpearon la superficie tras el impacto de un meteoro, según sugiere un nuevo estudio.

CráterPreviamente se pensaba que la mayoría de los cráteres vistos en lunas y planetas son el resultado directo de impactos ‘primarios’ de asteroides y cometas. Los nuevos hallazgos sugieren que la mayoría de estos cráteres podrían ser ‘secundarios’ que se formaron por el material eyectado de los impactos primarios.

Para Europa, los impactos secundarios podrían ser hasta el 95 por cientos de todos los cráteres pequeños (con diámetro menor de 1,6 kilómetros) observados en esta luna, según estos investigadores. El hallazgo tiene implicaciones en como los astrónomos datan las edades de las superficies planetarias.


Los asteroides, cometas y restos de basura cósmica bombardean la superficie de los planetas y las lunas. La atmósfera de la Tierra nos protege de la mayoría de estos impactos, incinerando la mayoría de los objetos antes de que toquen el suelo. Incluso así la Tierra ha recibido incontables impactos de meteoritos durante su larga historia. La evidencia de la mayoría de esos impactos ha sido borrada por la erosión del viento y la lluvia y por el constante cambio en la corteza terrestre.

La Luna de la Tierra por otra parte, está marcada con millones de cráteres porque no posee atmósfera ni actividad geológica. De forma similar, Marte tiene una delgada atmósfera y relativamente poca actividad geológica.

Tanto en la Luna como en Marte, distinguir los impactos primarios de los secundarios es difícil porque los cráteres son demasiado numerosos, dice Edward B. Bierhaus, un investigador de Lockheed Martin y autor del estudio.

Por ello los investigadores se fijaron en Europa, la cuarta luna más grande de Júpiter y cubierta con una gruesa capa de hielo. Además Europa es geológicamente activa como la Tierra y su superficie está siendo constantemente removida con nuevo hielo y como resultado su superficie tiene pocos cráteres.

Usando imágenes de alta resolución de la sonda Galileo, los investigadores midieron el número, tamaño y distribución de los cráteres en Europa y realizaron una simulación por ordenador de meteoros impactando aleatoriamente en su superficie pero con la condición de que el número y tamaño de cráteres finales tuviera que coincidir con lo observado en las imágenes reales. Tras realizar miles de simulaciones y comparando los resultados con las imágenes descubrieron que la distribución de cráteres no era similar a lo esperado si la mayoría de los cráteres fueran causados por impactos primarios.

El hallazgo es importante porque los científicos generalmente cuentan el número de cráteres para datar la edad de las superficies de los planetas y sus lunas. Cuando se comparan dos regiones similares en una luna por ejemplo, los científicos asumen generalmente que la región con más cráteres es la más antigua. Además usan la densidad de cráteres en una determinada zona para calcular su edad absoluta. Generalmente usan nuestra propia luna como referencia porque los científicos han podido determinar la edad de algunos cráteres gracias a las muestras traídas por los astronautas.

“Si resulta que la mayoría de esos pequeños cráteres son secundarios y no primarios, entonces esto significa que la edad calibrada de la Luna no es correcta”, dice Bierhaus a Space.com.

Bierhaus añade sin embargo, que los grandes cráteres primarios todavía pueden ser usados con seguridad para datar la edad de una región. Solamente en regiones donde los cráteres grandes y primarios son escasos o no existen donde vendrá la dificultad.

La mayoría de los objetos que golpean Júpiter y sus lunas provienen de la región conocida como el Cinturón de Kuiper. Otra posible implicación podría ser que hay menos asteroides pequeños en el Cinturón de Kuiper de los que se pensaba. Seguramente se formaron pocos o algún proceso los destruye antes de llegar a Júpiter y sus lunas.

Fuente: Sondas Espaciales